Esclavitud del siglo XXI: la trata de personas

Mié, 03/02/2016 - 19:41

Hace diez años atrás, Joshua Marston expuso a través de la pantalla grande la realidad del drama vivido por las mulas del narcotráfico. “María llena eres de gracia” —así nombró el filme— logró el Oso de Oro a Mejor Actriz y nominación al Óscar.

La película narra la historia de María Álvarez, una adolescente de 17 años que vive en un barrio rural en las afueras de Bogotá, en una casa de cemento con su abuela, mamá, hermana y sobrino, por supuesto, en situaciones precarias y con una economía pobre. María trabaja en una plantación de rosas, su salario es bajo y se resiste a aceptar las normas abusivas del sistema; su embarazo repentino la lleva a renunciar y buscar nuevos horizontes. Viaja a Bogotá con la esperanza de tener oportunidad siendo mucama, pero en el camino conoce a Franklin, quien le ofrece un nuevo trabajo: ser mula, tragarse kilos de heroína envueltos en látex y viajar con ellos para traficarlos hacia otros países.

Además de exponer a la perfección la problemática del tráfico de drogas, la película roza también la problemática social de la trata de personas.

El término se dio a conocer inicialmente como “trata de blancas” en el siglo XIX, en ese contexto se refería a las mujeres europeas que eran llevadas con fines de explotación sexual (concubinato, prostitución, entre otras) a países de Europa del Este, Asia y África. Únicamente eran mujeres blancas, de allí el término, sin embargo, hoy la realidad es otra: cualquiera, sin importar el color de piel, puede ser víctima de explotación y no solo en el ámbito sexual.  

Legalmente, el concepto de trata de personas se entiende como “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad, o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”. Y por “explotación” se entienden varios escenarios como: 

Prostitución. La víctima es manipulada u obligada a ejecutar actos que involucran su cuerpo para satisfacer deseos sexuales de otra persona, con o sin remuneración por ello.

Servidumbre sexual o laboral: Estado de dependencia o sometimiento de la voluntad en la que la persona victimaria induce u obliga a la víctima a realizar actos o trabajos, o prestar servicios con el uso de engaño, amenazas u otras formas de violencia.

Esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud: Estado o condición de una persona sobre la cual se ejercitan todos los poderes asociados al derecho de propiedad.

Matrimonio servil: Práctica en la cual una persona es prometida o dada en matrimonio o unión a cambio de una contrapartida en dinero o especie entregada a sus padres, tutor, familiar o cualquier persona o grupo de personas, o cuando una persona contrae matrimonio bajo engaño y es sometida a servidumbre.

Mendicidad: Situación en la cual la víctima es obligada, mediante engaño, amenaza u otras formas de violencia, a pedir dinero en cualquier lugar para beneficio de otro.

Extracción ilícita de órganos: Sustracción de uno o varios órganos del cuerpo humano sin aplicar los procedimientos médicos legalmente establecidos y sin que medie consentimiento de la víctima o sus representantes, aunque implique algún beneficio.

La realidad de América Latina

La verdad es que las causas de la trata de personas son varias, pero en nuestra región la mayoría de los casos se dan por la falta o limitada presencia de oportunidades, así como el aprovechamiento de la necesidad de las personas que viven en condiciones de pobreza, desempleo y poco acceso a la educación. Exactamente igual que el caso de María en la película.

Latinoamérica tiene una ardua tarea en este sentido. Actualmente, la trata de personas para explotación sexual y laboral, según datos de la Organización Internacional del Trabajo, genera 12 mil millones de dólares al año y está llegando a convertirse en una actividad rentable y mucho más segura para los grupos del crimen organizado.

En América Latina, la OIT estima que existen 400,000 víctimas de trata sexual en América Latina y que los tratantes pueden obtener cerca de 100,000 dólares al año con cada una de ellas.

En cuanto al tráfico de órganos, ha habido un aumento de víctimas provenientes de Europa del Este. Según Amado de Andrés, se puede pagar hasta 150,000 dólares por un órgano del mercado negro.

En Panamá, según datos oficiales del Ministerio Público, se ha detenido en 7 casos de delitos de trata de personas en lo que va del presente año, de los cuales 6 de las víctimas han sido mujeres y un hombre. Dos de las víctimas correspondían al rango de edad de 20 a 25 años, cinco oscilaban entre 31 y 35 años y solo uno de ellos contaba con edad entre 36 y 40 años. Cabe aclarar que estos son casos oficializados, no se tienen cifras de los posibles casos que pueden llegar a existir.

Leyes contra la explotación

En el año 2000, los países de América Latina adoptaron el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas (conocido como el Protocolo de Palermo). Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el 63% de los 155 países y territorios que han ratificado el Protocolo de Naciones Unidas contra la Trata de Personas ha aprobado leyes internas que sancionan este delito y el número de países que han promulgado leyes para combatir la trata de personas se duplicó entre los años 2003 y 2008, cuando el 40% de los países con leyes vigentes contra la trata de personas no registraron ninguna condena por este delito. En Panamá, se han realizado importantes cambios:  la promulgación de la Ley 79 del 9 de noviembre de 2011, denominada “Ley contra la Trata de Personas y Actividades Conexas”, puesta en vigencia a partir del 1 de enero de 2012, y  la formación de la Secretaría de Protección a víctimas, testigos y demás intervinientes en el proceso penal, esta última tiene dos aéreas transversales, ‘Asistencia y Protección’, ambos focalizados en garantizar los derechos de la víctima. 

Los desafíos que enfrenta la región

El principal obstáculo que existe en la investigación del delito es el propio estado mental de las víctimas, muchas veces no creen serlo, o consideran que el delito no existe.

La trata de personas, especialmente la explotación sexual en niños y mujeres, se da a través de una manipulación psicológica. “Las víctimas son mantenidas en esclavitud a través de  una combinación de miedo, intimidación, abuso y controles psicológicos. Las víctimas de trata tienen la particularidad de que en su mayoría no proporcionan fácilmente información de manera voluntaria, debido al temor a las represalias que puedan realizar sus tratantes en contra de ellas o sus familiares, o por al abuso que han sufrido de parte de ellos o por la desesperación, desaliento o el sentimiento de que no hay posibilidades viables para salir de esa situación”, explica la psicóloga argentina Romina del Rosario. 

Por supuesto, esto hace más difícil la investigación   además de la  limitación que América Latina tiene en la falta de recursos humanos y financieros de los cuerpos policiales y las fiscalías, lo cual les dificulta la realización de las exhaustivas investigaciones que deberían llevar a cabo de oficio, para averiguar situaciones de trata.

Las soluciones son complejas, en varios gobiernos de América Latina (ver la inforgrafía) existen planes sociales contra la problemática, pero más allá de eso, así como lo mencionó una víctima de trata en el programa “Caiga Quien Caiga” debemos saber que “si no hay clientes, no hay trata”. Es necesario que tomemos conciencia como individuos pertenecientes a esta sociedad. 

  • Compartir: